Esto es un peazo de rollazo, que os suelto para desahogarme, pero que en realidad es una tontería. Lo digo por si os lo queréis ahorrar.
Lo que os voy a contar es verídico, me sucedió a mí, ayer, cuándo iba a Consellería a entregar el expediente. Valga la explicación para más tarde, tenía que hacer un trayecto de 1 hora en tren, y lo tenía que aprovechar para hacer un trámite para mi jefe.
Todos nuestros sueños estaban en las carpetas… todos?!?!?!? NOOOOOO. Una pequeña parte (cual aldea de Asterix y Obelix) se resistía estoicamente a formar parte del expediente. Era el albumcito de fotos que hemos montado para que, quienes nos tienen que unir a nuestr@ hij@ para siempre, conozcan un poco nuestras caras, nuestras vidas y nuestra faceta social. Llevaba desde el jueves tratando de que me lo montaran. El domingo pareció quedar todo claro, y sólo faltaba que lo imprimieran y me lo entregaran el lunes. Por tanto, no vi la necesidad de retrasar el momento de la cita para entregar el expediente, y confirmé la cita que había concertado para realizar el trámite laboral.
Así las cosas, a las 12 me encamino hacia la estación, dónde había quedado con el ¿diseñador gráfico? para que me entregara el trabajo, puesto que su negocio está muy cerca. Y me suena el móvil. Es él, diciéndome que la impresora aún no ha lanzado el trabajo, que tardaría unos 15 o 20 minutos. Le dijo que bien, pero que luego salga corriendo porque el tren sale a las 12.25h, que lo esperaré pasando el torno. A las 12.23 al ver que no venía, lo llamo, y me dice que acaban de empezar a salir. Por tanto, pierdo el tren, y con él, los 25 minutos de tiempo extra que me había reservado para ir tranquila a ambas citas, teniendo en cuenta que iba arrastrando una maleta que contenía los 1000 folios de nuestro expediente, otros tantos de mi jefe, y un par de mis libros de texto (iba a estar 2 horas en un tren, qué menos que aprovecharlas para estudiar!!). Le digo que lo sigo esperando allí, que venga cuánto antes, que el siguiente tren sale a las 12.55. Nueva llamada a las 12.35, la impresora va lenta, me dice, y yo le recuerdo que, de las copias que le he encargado, sólo necesito una, la otra la puedo recoger en otro momento. Nueva llamada a las 12.45. Sigue todo igual, en cuánto esté sale corriendo. 12.50, todavía no ha salido. Le digo que ya no salga, no puedo perder este tren, no llegaría a mi cita en consellería, y lo que sería aún peor, la cita de trabajo. Me dice que falta muy poquito, que si quiero me trae lo que hay. Le digo que de acuerdo, mejor eso que nada, pero que yo me bajo al tren, que tendrá que tirármelo por el hueco de la escalera y ya pasaré a pagarle cuándo vuelva.
Esta no es la estación, pero para que os hagáis una idea, imaginadme a mí, con la puerta del tren abierta, la maleta falcada dónde tengo previsto sentarme, y mirando desesperada el hueco de la escalera (dónde veis la luz). 12.52, aún no ha llegado. Delante de mi hay un chico con pinta de trabajar para renfe sentado en un banco. “Tienes algún poder acerca de la salida del tren?” le pregunto, y me responde “porqué?”. Le explico la situación, y acordamos que, para no bajarme del tren, con el peligro de que éste salga llevándose la maleta con los papelotes, si llega lo que estoy esperando, lo recogerá y me lo pasará, pero que faltan 2 minutos para que salga el tren.
12.55. Ya he perdido toda esperanza…. Y ENTONCES!!! Cual película estilo Matrix, se suceden los hechos unos tras otros.
Por el rabillo del ojo veo al ¿diseñador gráfico? que se asoma al hueco de la escalera con el álbum en la mano. Empiezo a gritar POR FAVOR! POR FAVOR! POR FAVOOOOOR! mientras los pitidos que avisan de que las puertas van a cerrarse comienzan a sonar. El trabajador de renfe sentado en el banco del andén frente a mí, me oye gritar, se gira y ve al sujeto de los papeles, muy inteligentemente deduce que es lo que estaba esperando, salta de su asiento y le grita al de la escalera que los lance al vacío. Al mismo tiempo, las puertas se cierran. Comienzo a gritar NONONONONONOOOOOO!!! y a pulsar el botón de abrir las puertas desesperadamente, sabiendo que no funcionará. Mientras tanto, el albumcito ha volado y se ha desviado de la trayectoria ideal hacia el empleado de renfe, pero este renquea y consigue cogerlos. Yo sigo gritando NONONNONONNOOOOOOO y pulsando el botón, no puede ser que el tren vaya a salir… Y DE REPENTEEEEEE… el revisor sale de no-sé-dónde (tampoco me importa), me dice “Aparta” y yo obedezco, el pulsa algo (a estas alturas ya ni veo) y las puertas se abren JUSTO A TIEMPO para que el chico de renfe me entregue mi albumcito!!
Entonces, la tensión del momento puede conmigo, y me dirijo a mi asiento, llorando a moco tendido. Y lo peor… no es de felicidad por tener el álbum. Lo abro y veo que, cómo sospechaba, faltan las 3 hojas que reflejan nuestra vida social. No me sirve para el expediente. Lloro de rabia, de ver que, pese a mis esfuerzos para que todo estuviera a punto, no he podido evitar pasar este mal rato tan subrealista. Lloro de vergüenza, porque todo el tren y la mayor parte de la estación ha observado la escena, y deben de estar pensando que esos papeles me hacen falta para salvar la vida, o salvársela a alguien más, y si ven que sólo son fotos en las que salgo sonriendo, van a flipar. Lloro de agradecimiento, al chico de fosforito que saltó como un resorte al oírme gritar, al revisor y al señor del asiento de al lado, que me mira con ternura mientras me sonríe y me dice “por qué poco”, y todavía siento más vergüenza.
Y la realidad es que, tan emocionante escena, no salva a nada ni a nadie. La realidad es que, esperándola, llegué a Valencia con la hora peqada al pompis, y tuve que correr lo que no está escrito para llegar a Consellería, arrastrando 15 kilos en una trolley y que estuve todo el rato en tensión, preocupada por no llegar a tiempo a la cita de trabajo (afortunadamente, llegué, pero una persona había tenido la deferencia de esperarme, y yo deseaba llegar pronto para que se puediera ir pronto). La realidad es que, ése albumcito sólo me sirvió cómo excusa: entregué toda la documentación con él, y hoy he llamado diciendo que me había dado cuenta que faltaban hojas, que les mandaba el definitivo por MRW.
Pero el colmo de los colmos, es que ayer, cuándo fui a recoger el que debía estar bien, y lo revisé de camino al coche, eché en falta una hoja. Volví para dejarlo y que se la pusieran. Con lo cual hoy, de 19.15 a 20h tenía que recogerlo y llegar a MRW para mandarlo. Por supuesto, me ha costado horrores aparcar para llegar a la copistería. Por supuesto, a ésas horas hay atasco. Por supuesto, delante de MRW no se podía aparcar, ni siquiera mal, ni en segunda fila ni en un paso de peatones, y por supuesto, mientras que he dado la vuelta, han dado las ocho.
Ni que decir tiene, que cuándo he conseguido llegar por fin a la oficina de mensajería en cuestión, me he encontrado la persiana bajada.
Y yo me pregunto… qué he hecho mal?!?!? Porqué, por más que yo lo intente, siempre me pasan estas cosas?!?!?! (No es broma, mis amigas lo llaman gloriadas). Y lo peor es que lo sé. Debí elegir las fotos, escribir el texto y llevarlas a montar antes de los exámenes, mientras que los documentos estaban legalizándose. Pero de verdad que no encontré el momento. Era tan descabellado pensar que alguien acostubrado a hacer montajes, no tardaría más de 1 día o 2 en hacermelo? He sido una ilusa al creer que esta persona, que no estaba en su puesto de trabajo ni el jueves, ni el viernes, iba a estar disponible el sábado y tener el albumcito listo para el lunes? De verdad una impresora “industrial” tarda 20 minutos en lanzar un trabajo e imprimir 9 páginas a color, por muy fotográfica que sea la calidad de impresión? La respuesta está clara y a los hechos me remito…. SI.