Adopción Internacional e incertidumbre

Muchos os quedasteis preocupados con la entrada del 3 de Septiembre, y yo he sido muy desconsiderada, porque no he dado ninguna explicación. Al principio, porque no quería alarmar a nadie, ya que no estaba todo confirmado, y después, porque el alivio fue tan gordo, que me olvidé por completo... bueno, no del todo... Ya nunca volveré a estar relajada completamente, como estuve los primeros meses de espera.
Y es que, desde que el expediente llegó a Abidjan, me relajé. Pensé que, antes o después, nuestro camino y el de nuestro hij@ marfileñ@ se encontrarían, porque nuestro expediente ya estaba allí. Y estaba equivocada. Puede pasar de todo. Puede haber una guerra, o una catástrofe natural, o se puede traspapelar nuestro expediente, o el país se puede negar a asignarnos por cualquier motivo, que para eso es soberano...
Sí, ya sé que nada de esto es probable, que lo más seguro es que nada de esto pase. Pero puede pasar, y si fuera así, no podríamos hacer nada. Tendríamos que renunciar forzosamente a nuestro sueño africano. Y esto se me había olvidado.
No obstante, no creáis que voy a vivir en un estado de tensión constante temiendo lo peor. No podría, yo soy positiva por naturaleza, y quiero seguir siéndolo. Como siempre, vivo esperando lo mejor, aunque ya no voy a olvidarme de que existe la posibilidad, por remota que sea, de que ocurra lo peor.

Anoche soñé...

Por fin veíamos tu carita!! Eras un niño y tenías sólo 12 meses... que yo decía "que pequeñito, acaba de cumplir un añito!!!", y todos me respondían "12 meses!!!". Se ve que eso en mi sueño era muy importante (para los demás). Y yo no podía dejar de llorar de felicidad mientras se lo contaba al papá, que también estaba bien feliz de tener un hijo tan guapo (y eso también era muy importante, porque al papá en principio le  apetece que seas una niña).
Y ahí estábamos!! Muertos del miedo!!! Pero taaaaaaaaaaaaaaaaaaaan felices!! Tanto, tanto!! que no importaba ninguno de los "problemas" que tenemos ahora mismo (la mamá está muy triste porque AÚN no me han aprobado la asignatura pendiente, y el papá está un poco agobiado por temas de trabajo). Sólo importaba lo felices que éramos por habernos convertido en tus papas y todas las cosas que teníamos que preparar para ir a buscarte.
Y fui tan feliz como cuándo soñé que eras niño y que tenías 4 años (que entonces a todo el mundo le daba pena y miedo lo "mayor" que eras, y yo no lo podía creer, porque me parecía obvio que eras un pequeñajo... MI pequeñajo, y que se podían ir todos a pastar con las vacas locas, porque a mí sólo me importaba seguir abrazándote). Tanto como lo sería si te hubiera soñado niña, y con 6, 12 ó 24 meses.
Y es que, si sólo soñarte ya me hace feliz, cuándo más no lo seré cuando me convierta en tu madre?
Que sí, peke, que sí, que no lo dudes... Tu mamá y tu papá ya te querían mucho antes de ser tu mamá y tu papá... te querían ya cuando sólo podían soñar con serlo...
TE QUIEROOOOOOOOOO!!!

2 años ya...

Hoy se cumplen 2 años desde que miré a Lolo a los ojos y supe que se había decidido: íbamos a ser papás. Nuestro camino había comenzado.
Esta mañana estaba contenta. Mucho. Sentía de verdad que faltan 2 años menos para encontrarnos. Me ha dado por pensar que, seguramente, ya habríamos sobrepasado el ecuador, y faltan menos de 2 años para comenzar nuestra historia como familia. Se me ha ocurrido que, por fin, empezaba la cuesta abajo, el descuento. Y si todo fuera bien, debería ser así. No podemos ponernos plazos, pero no creo que me pasara de optimista en mis cálculos.
También he pasado la mañana pensando en la expedíción de Komoé a Costa de Marfil. Precisamente hoy empieza el viaje que unos cuantos miembros de la asociación han organizado. Tienen muchas cosas que hacer, y espero que les vaya muy bien.
Sin embargo, esta tarde me ha cambiado el humor. He recibido una mala noticia. Una noticia que me ha recordado que en cualquier momento podemos ver truncadas nuestras esperanzas de ser los padres de una personita de otro país. Una noticia que me ha metido el miedo en el cuerpo, un miedo profundo, íntimo, que me atenaza el alma, y que me parece que no me va a abandonar hasta que te abrace por fin, vida mía.