Ya han pasado 2!!

Y un año desde la última entrada. No lo puedo creer!! Cuando me propongo algo suelo lograrlo, pero mi propósito de retornar a la actividad bloguera se me resiste.
La verdad es que esta vida me trae loca. Ser madre es lo más maravilloso que me ha pasado nunca. Pero también lo más absorbente. Y cuando una es, de natural, lentooooorrra, pues el trabajo se acumula. Si a esto le unimos los estudios que por fin he terminado, el trabajo voluntario en la Asociación ISA, trabajo remunerado temporal, las perras, la casa, el marido, etc... No hay manera de sacar tiempo para publicar.
De vez en cuando consigo darme un paseíto por vuestros blogs, y os tengo en el pensamiento muy a menudo. Así que no desisto de mi propósito, conseguiré volver a formar parte de la familia bloguera!!
Hoy es un día muy señalado, y no podía dejar de pasarme por aquí. A estas horas, hace 2 años, estaba embargada por un torbellino de emociones, muchas positivas, y muchas negativas. Y ahora, 2 años después, no puedo creer la suerte que tengo. Lo infundado que era aquel miedo que me invadió durante días, temor a haberme equivocado, a no estar preparada, a ser lo peor que le podía pasar a aquel minúsculo bebé que se acababa de convertir en mi hijo.
Hoy en día sigo teniendo miedo, pero son temores más comunes: miedo a que le ocurra algo, miedo al silencio cuando está fuera de mi vista, miedo a perderlo.
Pero lo que más tengo es felicidad y orgullo. Mi hijo es un niño sano, feliz, inquieto, cariñoso, listo... pero también cabezón, fuerte, travieso, mal comedor, receloso con los desconocidos... Nelo es mi vida. Soy capaz de todo con tal de que sonría, de que aprenda, de que esté protegido. Y en el mundo ya no existe nada más valioso para mí que sus besos y sus abrazos.
Las que tenéis a vuestros peques con vosotros ya sabéis de lo que hablo. Y las que aún estáis esperando, ya lo sabréis!! Y si no, al tiempo!!
No nos olvidéis, porque nosotros no os hemos olvidado. Espero volver pronto.
Muchísimos abrazos a todos!!

Ya ha pasado un año de la gran llamada.

Hace un año a estas horas, estaba muerta de miedo. La llamada de la asignación me dejó en un estado de pavor total. No me permitía a mi misma ser feliz, porque no hacía más que pensar en todas las cosas que podían salir mal. Pasé el fin de semana más largo de mi vida. Menos mal que los preparativos me tuvieron ocupadísima las 72 horas que pasaron hasta que firmamos la aceptación, o me habría vuelto loca.
Y un año después miro atrás y puedo decir que no salió mal nada. Es más, todo ha salido a pedir de boca. La asignación se correspondía con nuestro ofrecimiento, todos los papeles estaban listos y correctos. Hoy en día, ya tenemos hasta el libro de familia!!
Y somos taaaan felices!!! No olvido el calvario por el que pasamos, pero sabiendo que me conducía a mi conguito, lo volvería a pasar todo.

Ayer celebramos el primer cumple del conguito!!

Hace un año estábamos en el mismo lugar celebrando el primer cumple de su primo, y yo estaba muy triste, porque la vida me acababa de lanzar un revés de los que duelen y no veía ni de lejos el momento de cumplir mi sueño de ser mamá.
Quien me iba a decir a mí que el año siguiente, en el mismo lugar, estaríamos celebrando, además del segundo cumple del primo, el primero de nuestro tesoro. Quien me iba a decir que iba a estar así de feliz un año después.
Sé que no estoy cumpliendo mi promesa y que os tengo abandonadísimos, pero debéis de saber que, antes o después, volveré a estar con vosotros como solía hacerlo, y que no os olvido. Ayer, en la fiesta, estábais todos vosotros. Os veis en la foto?

Qué gran sentimiento de... RESPONSABILIDAD!!

Cuando por fin llegó el momento de la asignación la marea de sentimientos era inmensa, y el que dominaba era la incredulidad, seguido de cerca por el miedo y la ilusión.
Pero después metimos a nuestro tesoro en el coche, y lo llevamos a conocer a la familia, y al final entramos los tres en casa. Y durante el trayecto cambió el estado emocional y la marea quedó cubierta en su mayor parte por el sentimiento de responsabilidad.
Ahí estaba mi pequeño M. Y pequeño es, sin ninguna duda, la palabra. Frágil, desprotegido, dependiente. Cuánto nos necesitaba!! Y ya no era un sueño, un anhelo, lo que llevas tanto tiempo esperando. Era, por fin, un niño real, y cuidar de él en todas sus dimensiones era, desde ese momento, mi responsabilidad. Si yo fallaba, él pagaba las consecuencias.
Cada uno vive este momento tan deseado de manera diferente, y yo tengo que decir que mis primeros días fueron muy angustiosos. La felicidad estaba ahí, y la ilusión, y la alegría. Incluso el enamoramiento del que ha sido mi hijo desde antes de nuestro encuentro. Pero el gran peso que sentía en el pecho no me dejaba disfrutarlos.
Quiero contarlo y que lo sepáis quienes estáis esperando, porque a mí me ayudó mucho en esos momentos haber leído a gente que se había sentido como yo. Podía repetirme a mí misma que era normal, que le había pasado a más gente, que las cosas irían poco a poco normalizándose. Y así fue. Otra cosa que también me ayudó fue buscar ayuda. Alguien de confianza al que le pudiera decir sin sentir demasiada vergüenza que, al contrario de lo que todo el mundo creía, no estaba exultante de felicidad, que mi felicidad estaba empañada por el miedo. Y con un grandes dosis de comprensión y buenos consejos, en 3 días el nivel de felicidad ya superaba con creces el del miedo, y los sentimientos negativos fueron desapareciendo hasta quedar reducidos a su mínima expresión: la prudencia.

La llamada (parte II).

Y pasó el jueves del consejo...
No os voy a decir que estuve todo el día pensando en eso. Yo seguí con mi vida normal. Pero el pensamiento estaba ahí, de fondo, conmigo.
Y llegó el viernes. Ese día sí que fué distinto. Yo traté de que fuera normal. Me levanté tempranito, arreglé la casa, preparé los trastos para irme a tomar el sol como corresponde a un 20 de julio... y hasta ahí. Con todo preparado llamé a mi cuñado, que me esperaba en la piscina con mi sobrino, y le dije que no iba. No sé porqué, pero yo sabía que mi sitio estaba en casa junto al teléfono. Y no habían pasado más de diez minutos, cuando de repente....
SONÓ EL MOVIL...
Estaba en la cocina y lo tenía cerquita. Miré la pantalla y reconocí el número. Y pensé "ya está, es hoy, nos han asignado!!!". Con toda la calma que fuí capaz de reunir, respondí al teléfono y se produjo esta conversación:
Yo: ¿Sí?.
Elena: Hola, eres Gloria?
Yo: Si, yo soy.
E: Tu eres la que me has estado llamando estos días, no?
Yo: Sí, yo soy. Iba a esperar hoy y si no me llamabas te iba a llamar yo el lunes. Pero me estás llamando...
E: Sí, te llamo porque estáis los primeros para un caso. Es un bebé muy pequeñito. Tenéis que venir el lunes para que os contemos todo y que decidáis si aceptáis la asignación.
Yo: Pero no me puedes contar más ahora?
E: A ver, pues te puedo decir que es un niño y que (bla, bla, bla, bla...). (Suena de fondo un móvil) Ay, espera un momento que me están llamando y tengo que responder, ahora te llamo.

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:SSSS. ¿Comorrr? ¿Me tengo que quedar así? Bueno Gloria, mantén la calma.... (Consigo conservar la cordura paseando, dando saltitos varios y gritando pasillo arriba y abajo durante unos cuantos minutos. Quería llamar a Lolo, pero me daba miedo que Elena me volviera a llamar y estar comunicando y esperé unos cuantos minutos más. De repente recuerdo que tengo teléfono fijo y que la noticia bien vale hacer gasto con él para que la sepa el padre de la criatura, así que lo llamo desde aquel para mantener la linea del móvil libre para Elena. Pero Lolo no contesta. Siempre coge el teléfono a la primera, pero precisamente ese día, ni a la primera ni a la segunda ni a la tercera. Afortunadamente vuelve a llamar Elena)

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E: (Me cuenta el caso). Si es que ya te he contado todo, ya apenas queda nada que contarte el lunes. Como es tan pequeñito, si aceptáis la asignación el mismo lunes lo recogéis...

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Colgamos y entonces comenzó la vorágine del fin de semana más largo de mi vida. El padre me llamó de vuelta en cuanto vió el teléfono y le conté todo. Acordamos que dejaba de trabajar y se volvía a casa.
Luego siguieron las llamadas a las tías, los abuelos, los tíos postizos. Más tarde, los preparativos, entrar a las tiendas de bebés diciendo "Enséñame sólo los carros que me pueda llevar ahora mismo", la gente llegando a casa cargada de todo lo necesario, la ropita, las lavadoras, el montaje de la cuna. Y la vorágine de sentimientos: una amalgama formada por la lucha entre la felicidad, la ilusión, la necesidad de que llegara el momento de recogerlo y el miedo: Un miedo profundo a que todo se tornara negro, a que nos dijeran algo que nos obligara a rechazar la asignación. Porque hay que ser prudente, no echemos las campanas al vuelo, compra sólo lo justito... Es que no se puede tener tanta suerte, tenemos la asignación que cualquier padre adoptivo sueña tener.
Pero sí, se puede ser tan afortunado, y nosotros somos la prueba :D.

La llamada (parte I).

En nuestro caso, la llamada no fue una sorpresa. Se puede decir que la estábamos esperando. La historia es larga de explicar. Intentando resumir, os diré que, pese a estar convencida de que no nos iban a asignar en breve, decidí llamar a consellería a principios de julio para que me lo confirmaran.
Sin embargo, no hubo confirmación. Lo que pasó es que Elena, la técnico que lleva nacional, me soltó el bombazo de que ya habíamos sido segundos para un caso en el anterior consejo. Después de superar el impacto y conseguir rehacerme,  le pregunté si había algún caso de nuestro perfil que fuera a pasar consejo ese mes, y me contestó que había uno, pero no sabía si daría tiempo a que entrara en ese consejo, que la volviera a llamar la semana siguiente para que me lo confirmara.
Llamé el lunes y el martes, pero no me contestó. Finalmente conseguí hablar con ella el miércoles,  la víspera de que se celebrara el consejo, y me dijo que "el caso" sí que iba a entrar, pero que no sabía que familias se iban a proponer, que la llamara el viernes que ya "sabría algo". Pues claro!! Si el jueves es el consejo, el viernes ya sabes a quién le han asignado el caso!! Así que le dije a Lolo que seguro que entrábamos a consejo, pero que Elena no habría querido crearme falsas expectativas y por eso no me lo había dicho claramente. Acordamos que, como si nos asignaban nos llamarían el viernes seguramente, si no llamaban llamaría yo el lunes y preguntaría que había pasado.
A todo esto, pensaréis que estaríamos atacados perdidos y que habríamos empezado con los preparativos. PUES NO!! Yo no quería preparar nada. Si no nos asignaban no quería torturarme viendo todas las cositas listas y sin dueño. Eso sí, yo le decía a todo el mundo: "Ya verás como nos asignan este mes, aunque sea para pillarnos en bragas!!".

Hasta siempre, 2012!!

Siempre te recordaremos, porque a pesar de que nos has traído muchas cosas malas, nos has traído la mejor de las mejores!!
Comenzamos el año reanudando el expediente de nacional. Aún a sabiendas de que nadie la recibiría hasta el día 2, nosotros mandamos la solicitud de reanudación el día 1. Era un acto de fe. Estábamos convencidos de que serías nuestro año y has cumplido. Terminamos el año dando papillas y lavando pañales. Nos has traído muchas dificultades, pero lo compensa la más grande de las felicidades, nuestro príncipe encantador.
Para el 2013 tengo muchos propósitos. Uno de ellos es volver, como os prometí, para contaros mil cosas de nuestra vida como familia, tal y como os las contaba cuando estábamos esperando a serlo. Y lo voy a cumplir. A ver si el año también cumple y nos trae facilidades!!
Feliz Año y Felices Fiestas!! Un abrazo.