La llamada (parte II).

Y pasó el jueves del consejo...
No os voy a decir que estuve todo el día pensando en eso. Yo seguí con mi vida normal. Pero el pensamiento estaba ahí, de fondo, conmigo.
Y llegó el viernes. Ese día sí que fué distinto. Yo traté de que fuera normal. Me levanté tempranito, arreglé la casa, preparé los trastos para irme a tomar el sol como corresponde a un 20 de julio... y hasta ahí. Con todo preparado llamé a mi cuñado, que me esperaba en la piscina con mi sobrino, y le dije que no iba. No sé porqué, pero yo sabía que mi sitio estaba en casa junto al teléfono. Y no habían pasado más de diez minutos, cuando de repente....
SONÓ EL MOVIL...
Estaba en la cocina y lo tenía cerquita. Miré la pantalla y reconocí el número. Y pensé "ya está, es hoy, nos han asignado!!!". Con toda la calma que fuí capaz de reunir, respondí al teléfono y se produjo esta conversación:
Yo: ¿Sí?.
Elena: Hola, eres Gloria?
Yo: Si, yo soy.
E: Tu eres la que me has estado llamando estos días, no?
Yo: Sí, yo soy. Iba a esperar hoy y si no me llamabas te iba a llamar yo el lunes. Pero me estás llamando...
E: Sí, te llamo porque estáis los primeros para un caso. Es un bebé muy pequeñito. Tenéis que venir el lunes para que os contemos todo y que decidáis si aceptáis la asignación.
Yo: Pero no me puedes contar más ahora?
E: A ver, pues te puedo decir que es un niño y que (bla, bla, bla, bla...). (Suena de fondo un móvil) Ay, espera un momento que me están llamando y tengo que responder, ahora te llamo.

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:SSSS. ¿Comorrr? ¿Me tengo que quedar así? Bueno Gloria, mantén la calma.... (Consigo conservar la cordura paseando, dando saltitos varios y gritando pasillo arriba y abajo durante unos cuantos minutos. Quería llamar a Lolo, pero me daba miedo que Elena me volviera a llamar y estar comunicando y esperé unos cuantos minutos más. De repente recuerdo que tengo teléfono fijo y que la noticia bien vale hacer gasto con él para que la sepa el padre de la criatura, así que lo llamo desde aquel para mantener la linea del móvil libre para Elena. Pero Lolo no contesta. Siempre coge el teléfono a la primera, pero precisamente ese día, ni a la primera ni a la segunda ni a la tercera. Afortunadamente vuelve a llamar Elena)

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E: (Me cuenta el caso). Si es que ya te he contado todo, ya apenas queda nada que contarte el lunes. Como es tan pequeñito, si aceptáis la asignación el mismo lunes lo recogéis...

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Colgamos y entonces comenzó la vorágine del fin de semana más largo de mi vida. El padre me llamó de vuelta en cuanto vió el teléfono y le conté todo. Acordamos que dejaba de trabajar y se volvía a casa.
Luego siguieron las llamadas a las tías, los abuelos, los tíos postizos. Más tarde, los preparativos, entrar a las tiendas de bebés diciendo "Enséñame sólo los carros que me pueda llevar ahora mismo", la gente llegando a casa cargada de todo lo necesario, la ropita, las lavadoras, el montaje de la cuna. Y la vorágine de sentimientos: una amalgama formada por la lucha entre la felicidad, la ilusión, la necesidad de que llegara el momento de recogerlo y el miedo: Un miedo profundo a que todo se tornara negro, a que nos dijeran algo que nos obligara a rechazar la asignación. Porque hay que ser prudente, no echemos las campanas al vuelo, compra sólo lo justito... Es que no se puede tener tanta suerte, tenemos la asignación que cualquier padre adoptivo sueña tener.
Pero sí, se puede ser tan afortunado, y nosotros somos la prueba :D.