Sí, Lolo está malito. Nada grave, afortunadamente, tiene un cólico nefrítico, parece que ya ha expulsado la piedra y sólo tenemos que esperar a que le pase el dolor.
Para los que tenéis la suerte de no haber pasado nunca por ahí, os explico. Te pones muy malito, te encuentras mal y te duele algo, pero no sabes bien el qué, porque a cada enfermo le molesta una cosa y nadie coincide con tus síntomas (a unos les molesta hacer pis, a otros les duele la espalda o la zona baja abdominal, etc). Llegas al médico, y no te hacen nada hasta que, pasado un bueeeeeen rato (hora y media en nuestro caso), el médico le manda a las enfermeras que te hagan las pruebas y luego te pongan calmantes. Si los calmantes que te ponen no te quitan el dolor del todo, tienes que esperar a que la doctora mande que te vayan poniendo más y más, y más fuertes, hasta que el dolor (que tú ya empiezas a notar de dónde venía) se vuelve soportable.
Así que, yo que normalmente lo acuso de quejica, lo estoy mimando todo lo que puedo, porque sé que lo está pasando mal. Eso sí, él le jura todos los días a su jefe que mañana estará bueno y a las 7.30 estará puntualmente en la obra. Menos mal que el jefe ya ha intuído que, si le han dado la baja, va a ser que mañana no podrá ir a trabajar.
Y mientras tanto, yo también me voy poniendo mala. Me faltan pies y manos. No dan a basto. Como está malito, tengo que hacer todas las cosas imprescindibles que normalmente hace él, para que yo pueda hacer todas las cosas que hago. Por tanto, todo el finde lo he dedicado a fregar concienzudamente todos los rincones de la casa, como si fuera a venir otra vez la trabajadora social, o casi, y a alimentarnos a los dos. Ni estudiar, ni descansar, ni nada, aparte de procurar que el enfermo estuviera calentito y bien medicado.
Así que, además de la preocupación por mi grandote, se me han unido los remordimientos por no acudir a todas esas cosas que normalmente hago yo, básicamente, sentarme delante de los libros y el ordenador, arreglar papelotes (o intentarlo), ahorrar dinerillos, visitar a los bebés, y procurarnos una vida social. Y ayer me derrumbé.
Con lo cual, me reafirmo. Qué suerte tengo de tenerte!! Qué gran equipo formamos!! Si estás conmigo, puedo con todo!! Pero si tú me faltas… SOCORRROOOOOOO!!
Ponte bueno, mi vida. Pero no sólo porque yo te necesito, o porque te sientas culpable de estar malo, porque eso es una tontería. Ponte bueno pronto, pero bien, porque la vida contigo es mucho mejor, más fácil de disfrutar y me encanta reírme de lo que nos pasa contigo.
QUE TE QUIERO MUNCHOOOOO!!