Adoptar duele (en la espera)

Silvia ha escrito esta entrada, que me parece de lo más acertada, a raíz de la pregunta de una adoptada adulta sobre el dolor que siente un adoptante. Pero necesito lanzar al viento más dolor del que ha lanzado ella. Y digo lanzar al viento, y lo digo con intención. No es un dolor que quiera que se quede aquí en mi casa, en mi familia. Es un dolor que debemos sentir los adoptantes, como los adoptados deben sentir el suyo y los padres biológicos el suyo, debemos vivirlo y dejarlo ir, y lanzarlo al viento es una buena manera, no?
Siento como propio el dolor descrito por Silvia: saber desde pequeñita que quieres tener un hij@ que no nacerá de tu vientre, lo cual condiciona incluso de quien te enamoras, y hartarte de esperar a que llegue el momento de poder comenzar el camino; vivir con el miedo constante a que cierre el país, a quedarte en el paro o a ponerte enfermo; sentirte embarazada y que tu entorno no lo vea ni se alegre; tener  que responder siempre lo mismo cuando los que están esperando a tu pequeñ@ tanto como tú te preguntan como va el proceso; soportar estoicamente la montaña rusa emocional en la que se convierte tu vida al vaivén de las buenas o malas noticias del momento...
Pero siento más:
El dolor de sentirse constantemente juzgado: te juzgan los servicios sociales para declararte idóneo, te juzga tu familia cuando les comunicas la decisión (al menos al principio), te juzga cada una de las personas a las que les cuentas que estás en proceso de adopción. Unos tienen el deber de juzgarte y otros no tienen derecho, pero todos lo hacen.
El dolor de la impotencia. Nada depende de tí. Todo está en manos de otras personas. Te pones en manos de la consellería para tener el ci y poder comenzar tu proceso. Dependes del buen hacer de todas las personas implicadas en preparar tu expediente de internacional. Desesperas revisando el correo por si el abogado (o la ecai) te han respondido. Devoras noticias del país y las malas te parten el alma. Si es en nacional, exploras foros, blogs y facebooks que te den la información que no puedes conseguir por otros medios, e intentas controlar tus ganas de llamar constantemente a la técnico para que te diga si ya eres idóneo, por dónde van las asignaciones, si tardarás mucho. Eres como un espectador de la película de tu vida. Y eso genera una impotencia que duele. Muchísimo.
Desear tanto tener hij@s, quererlos sin saber nada de ellos, echarlos de menos... eso es lo que más duele. Porque no importa el amor o el deseo que sientas. Te los tienes que tragar. Sino, mueres de melancolía y añoranza. Pero en el caso de la adopción en particular duele todavía más, porque sabes que antes de que ese pequeñ@ se convierta en tu hij@, va a sufrir la peor de las pérdidas: Va a ser abandonado. Y va a sufrir por ello. Y su dolor, será tu dolor, porque l@s p/madres sentimos como propio el dolor de nuestr@s hij@s.
Este es mi dolor en la espera. Cada adoptante recorrerá su calvario particular, algunas de las estaciones coincidirán con las mías y otras no.
Pero seguro que todos coincidirán conmigo en su razón para recorrerlo: El AMOR. Algunos dicen que los que esperamos no podemos sentir amor, que lo que sentimos es deseo. Pero yo no lo creo. El deseo no da la fuerza ni la determinación necesaria para soportar todo esto en la espera, sabiendo que no es más que el principio de una nueva vida que no estará exenta de sufrimiento.
Pero también quiero gritarle al viento que  en la espera no sólo se sufre. Se siente ilusión: Sueñas constantemente si será niño o niña, qué edad tendrá, cómo será el encuentro, cómo afrontar los momentos difíciles y lo que harás para que tus hij@s sean felices. Se siente esperanza: por mal que estén las cosas, encuentras la manera de no rendirte, porque sientes que, cueste lo que cueste, al final llegará. Y sientes felicidad por los que te acompañan en el camino: pareja, familia amigos. Te hacen sentir afortunada de tenerlos a tu lado.
Felicidad y sufrimiento se conjugarán también en nuestra vida en familia cuando lleguen por fin nuestros hij@s. Ser familia adoptiva será motivo de pesar muchas veces, pero será también lo que nos proporcione la alegría de estar juntos. Las familias biológicas también sufren. Y tanto unas como las otras debemos esforzarnos por superar el dolor, porque la vida también tiene mucha felicidad que ofrecernos a todos, y debemos aprovecharla.
Así que ya sabes, Viento: llévate el dolor y reparte la alegría!!